La berenjena es una planta herbácea anual de la que se ingiere el fruto, que presenta una inmensa variedad de formas, tamaños y colores.
Se conoce con el nombre común de berenjena, berenjenas, pero su nombre científico o latino es Solanum melongena. Pertenece a la familia de las Solanáceas al igual que el pimiento, el tomate o la patata.
La berenjena es originaria de las zonas tropicales y subtropicales asiáticas. Se cultiva desde muy antiguo en la India, Birmania y China. Hacia el año 1.200 ya se cultivaba en Egipto, desde donde fue introducida en la Edad Media, a través de la Península Ibérica y Turquía, a los países de la cuenca Mediterránea y el resto de Europa. Fue en el siglo XVII cuando se introdujo en la alimentación, tras ser utilizada en medicina para combatir inflamaciones cutáneas y quemaduras.
En función de la forma del fruto, las berenjenas se clasifican de la siguiente forma:
Es un cultivo de climas cálidos y secos, por lo que se considera uno de los más exigentes en cuanto a calor (incluso más que el tomate y el pimiento). Soporta bien las temperaturas elevadas, siempre que la humedad sea adecuada (llega a tolerar hasta 40-45ºC). De tal forma que para el correcto crecimiento la temperatura media debe ser de 23-25ºC. Las berenjenas son más susceptibles que las plantas de tomate a lesiones por bajas temperaturas y no crecen hasta que haya temperaturas calientes.
Como hemos dicho, son plantas que se desarrollan con calor, es decir, en verano, por lo que en el mercado las encontraremos mayoritariamente a finales de verano y en otoño.
La calidad actual de la berenjena se basa fundamentalmente en su uniformidad (forma ovalada a globosa), firmeza y color de la piel púrpura oscuro. Además, podemos citar otros índices de calidad como son: tamaño, ausencia de defectos de formación o manejo, así como de pudriciones y un cáliz verde y de apariencia fresca.
Sus condiciones de conservación son: a temperatura de unos 10- 12°C, y a humedad de 90-95%. El período de almacenamiento de las berenjenas es relativamente corto, suele ser inferior a 14 días debido a que la calidad visual y sensorial se deterioran rápidamente. Es un alimento que no es recomendable congelar ya que es muy sensible al frío.
La berenjena es una hortaliza con un valor energético bajo (apenas suponen 26 kcal/100g). Su contenido en agua, al igual que el del resto de hortalizas, es muy elevado, llegando al 92 % de su peso total. Contiene una cantidad considerable de hidratos de carbono, que puede llegar a superar el 4,4%, así como en proteínas, que suponen un 1,2%. En cuanto al contenido en grasa, es prácticamente inapreciable (0,18%). Además es de destacar su elevado contenido en fibra, 2,5%.
Minerales: de su contenido mineral destacaremos el potasio por ser el que se encuentra en mayor proporción. Pero además podemos citar otros minerales, que aunque en menor proporción, se encuentran en la berenjena, como el fósforo, magnesio, hierro, y mucha menor proporción el cinc y el calcio.
Vitaminas: en cuanto al aporte de vitaminas, la de mayor importancia en esta hortaliza es el ácido fólico, aunque también encontramos cantidades significativas de vitamina C y vitaminas del complejo B, especialmente las vitaminas B1, B2, niacina y B6.
La berenjena, no es un alimento que tenga larga tradición de alimento o planta medicinal. Aun así, podemos citar ciertas propiedades saludables que se le atribuyen, como son:
Algunos estudios llevan a pensar que ciertos componentes de las berenjenas pueden favorecer la aparición de cefaleas en aquellos individuos susceptibles. Por el momento es una hipótesis y no debe generalizarse hasta que haya estudios concluyentes.