¿Sabías que el maíz es uno de los cereales más populares y cultivados de todo el mundo? Este es ampliamente utilizado en la elaboración de harina, jarabe, e incluso aceite de maíz, el cual destaca como el aceite preferido en muchos hogares estadounidenses y en numerosos países de América.
El contenido de aceite en un grano de maíz varía entre el 3,1% y el 5% de su peso, lo que subraya la importancia de obtener un aceite de calidad mediante el proceso de prensado en frío del germen de maíz fresco para conservar todos sus nutrientes.
Por otro lado, el aceite de maíz goza de una gran popularidad gracias a su excelente capacidad de conservación, que previene la rancidez con el tiempo, y su habilidad para realzar los sabores de los alimentos con los que se combina. Frecuentemente, se emplea como sustituto de las grasas animales, como la mantequilla, y también como alternativa más económica al aceite de oliva en la industria alimentaria.
Al ser un derivado del maíz, que posee múltiples beneficios para la salud, el aceite de maíz conserva muchas de estas propiedades, convirtiéndose en una opción más saludable que las grasas de origen animal.
Destaca por su alto contenido en vitamina E, que contribuye a prevenir enfermedades circulatorias y vasculares, y por su capacidad para combatir la formación de radicales libres, lo que le confiere un efecto antioxidante. Además, es extensamente utilizado en masajes debido a su capacidad hidratante y nutritiva para la piel. El aceite de maíz también es rico en ácidos grasos omega-6, que ayudan a regular el metabolismo energético y a mantener la salud ósea, así como la integridad de la piel y el cabello.
De la misma manera, los ácidos grasos omega-3, también presentes en el aceite de maíz, son fundamentales para el desarrollo y mantenimiento de nuestra función cerebral. Encima pueden mejorar la memoria y reducir el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
¿El aceite de maíz es perjudicial?
Aunque solemos asociar los productos vegetales con una opción más saludable, en ocasiones esto no es del todo correcto. A pesar de sus numerosos beneficios, el aceite de maíz contiene grasas poliinsaturadas que pueden afectar negativamente al organismo. Además, la producción masiva de maíz, en ocasiones modificado genéticamente, puede reducir sus propiedades beneficiosas naturales.
El consumo continuado de este aceite, sin acompañarlo de hábitos de vida saludables o alimentos que ayuden a depurar el organismo, puede provocar un aumento de peso y contribuir al desarrollo de la obesidad, además de causar daños al hígado.
Por otra parte, el consumo de aceite de maíz en crudo, al igual que otros aceites vegetales, no representa un problema para la salud; sin embargo, su uso en frituras puede desencadenar procesos de degradación que generan compuestos perjudiciales para la salud.
Además de sus usos en la cocina, el aceite de maíz encuentra aplicación en el ámbito del cuidado de la piel. Gracias a su poder hidratante y a su contenido antioxidante, este aceite es muy utilizado en tratamientos de belleza para mejorar la salud y la apariencia de la piel, así como para fortalecer el cabello. Por ello, es un ingrediente común en productos cosméticos y en masajes terapéuticos.