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Limitando el gasto energético en Bonduelle

Reducir el gasto energético nos permite ser cada vez más responsables con el medioambiente.

Imagínate en la cocina mientras tu comida se cocina al fuego. Para preparar las verduras, necesitas agua para lavarlas y cocinarlas, calor para transformarlas o meterlas en botes, y frío (frigorífico o congelador) para almacenarlas. Ahora, imagínate todo esto a una escala industrial en una fábrica donde se transforman varias toneladas de verduras diariamente, ya sea para productos listos para su consumo, enlatados o congelados. ¡Seguro que te mareas nada más de pensar en la factura de la luz!

 

Como nos recuerda Antoine H., director de proyectos de I+D y experto en energía de Bonduelle: «Dado que el agua y la energía están intrínsicamente vinculados a los edificios industriales, buscar soluciones para que nuestras más de 50 instalaciones agroindustriales consuman menos agua, energía, electricidad y gas natural es una parte inherente de nuestro enfoque hacia la limitación del impacto medioambiental. La reducción del consumo de gas y electricidad no solo permite reducir la factura energética, sino también reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, lo que es crucial para la lucha contra el cambio climático». Sin embargo, las necesidades energéticas son distintas entre los alimentos enlatados y congelados, y los frescos: «Algunas soluciones son adecuadas para un sector concreto, otras para distintas tecnologías, y otras tratan del propio edificio y su entorno». De ahí la necesidad de limitar el consumo de energía a más de un nivel.

De hecho, existen dos instrumentos fundamentales para reducir la huella de carbono de las plantas productivas. En primer lugar, reducir el consumo pasa por distintas acciones: desde la concienciación del personal hasta la modificación de la configuración de los equipos, pasando por la sustitución de equipamiento por otro con menor consumo de energía. «También trabajamos intensamente en la recuperación energética, es decir, emplear lo que se emite en el uso principal en otro proceso», explica Antoine.
En nuestra agenda, también se incluye el cambio a otras fuentes de energía. Si bien en las plantas de procesado el gas es más habitual, en las fábricas de alimentos congelados se usa más electricidad, que puede ser renovable. De hecho, en 2019, en nuestra planta de Santarém de Portugal se instaló un techo de 5.000 m2 con más de 3.000 paneles solares, reduciéndose así las adquisiciones de energía en un 8% al año (con un ahorro de unos 1.200 megavatios) y acelerándose el descenso de sus emisiones de CO2 (570 toneladas/año).

Por otra parte, la metanización permite a la fábrica de Estrées-Mons valorizar los residuos agrícolas. También aporta biomasa a esta planta de producción de verduras congeladas y enlatadas, convirtiéndolo en un círculo virtuoso.