En los últimos años hemos visto como el término “masa madre” se volvía un esencial en las promociones de panaderías sobre su pan, pero ¿qué es en realidad la masa madre y por qué es tan importante?
En pocas palabras, la masa madre es un cultivo de levaduras que se realiza de forma natural con agua y harina de cualquier tipo de cereal. Antiguamente era el principal ingrediente en las elaboraciones de panadería ya que no existía la levadura química que ahora se puede encontrar en los supermercados. Por eso, se considera más natural y está tan de moda anunciarlo.
La masa madre es una elaboración que requiere varios días para fermentar del todo y que se puede mantener “viva” durante años, de hecho, cuanto más se mantenga mejor es la esponjosidad que le otorga al pan. Las panaderías tradicionales conservan masas madres creadas desde hace años que van a alimentando con agua y harina cada día, ya que en el fondo es una colonia de seres vivos, o levaduras.
La masa madre tradicional se hacía con harina de trigo, pero en la actualidad existen numerosas variantes, incluso con cereales que no contienen gluten, se ha descubierto que también son capaces de crear colonias de levaduras diferentes a las del trigo pero igual de eficaces.
Desde Bonduelle, vamos a hablar de la masa madre de espelta otro de los cereales más de moda en la actualidad y con el que podemos elaborar un delicioso pan de espelta perfecto para las tostadas mañaneras.
Dar vida a una masa madre de espelta es un proceso que requiere varios días aunque no nos quita prácticamente tiempo y se hace con ingredientes que todos tenemos por casa. Además se puede conservar “viva” durante mucho tiempo.
Día 1: 50 gr. de harina de espelta, 50 ml de agua a temperatura ambiente, zumo de limón, 1 cucharada de pasas.
Día 2: 50 gr. de harina de espelta, 50 ml. de agua a temperatura ambiente.
Día 3: 100 gr. de harina de espelta. 100 ml de agua a temperatura ambiente.
Día 4: 100 gr. de harina de espelta. 100 ml de agua a temperatura ambiente.
Día 5: 100 gr. de harina de espelta. 100 ml de agua a temperatura ambiente.
Día 1: Seleccionamos el bote de cristal en el que vamos a cultivar nuestra masa madre. Tiene que ser de cristal y no se puede cerrar herméticamente ya que los bichos necesitan respirar. Podemos coger un bote de mermelada de cristal que ya no utilicemos. Agregamos los ingredientes del primer día y los removemos bien. Lo tapamos con un trapo de cocina o papel de cocina o una tapa con agujeros para que respire. Dejamos reposar 24 horas.
Día 2: Añadimos los ingredientes del día 2 y removemos bien toda la mezcla. Dejamos reposar otras 24 horas. A partir de este momento podremos observar que empiezan a salir burbujitas por la superficie y empieza a coger un color marrón poco apetecible.
Día 3: Tiramos la mitad de la masa del día anterior y añadimos los ingredientes del día 3. Mezclamos bien y dejamos reposar durante otras 24 horas. A partir de este momento ya podremos ver cómo la masa ha empezado a crecer. Podemos marcar con rotulador su altura para comprobar cómo se va esponjando la mezcla.
Día 4: Tiramos la mezcla del día anterior dejando solo 100 gr. y añadimos los ingredientes del día 4. Mezclamos bien y dejamos reposar otras 24 horas. A partir de este momento el olor y el color ya habrán cambiado. Podemos retirar las pasas con cuidado ya que ya no hacen falta.
Día 5: Tiramos la mezcla del día anterior dejando solo 100 gr. Le añadimos los ingredientes del día 5 mezclamos y la dejamos reposar 24 horas. Nuestra masa madre ya está viva y seguirá creciendo a medida que la alimentemos con más harina. Con solo un cuarto de cuchara de masa madre podremos hacer un pan delicioso.