Aunque sea ahora cuando escuchamos en todos lados el nombre de la espelta, lo cierto es que este cereal siempre ha estado presente en nuestros supermercados, pero era mucho menos popular que su primo vegetal el trigo.
Pero, ¿qué es lo que convierte a la espelta en un cereal tan de moda? Pues dos de sus propiedades principales: es mucho más fácil de digerir que el trigo, y no es tan dañina con el medioambiente, básicamente porque la producción del trigo se ha masificado tanto que en su proceso de sembrado y recogida se necesitan grandes maquinarias para poder envasarlo y producir sus derivados. En cambio, la espelta al ser más minoritario su consumo, es más normal que se utilicen menos recursos contaminantes hasta que llega a nuestro plato.
No obstante la espelta no es para todos pues, al igual que el trigo, contiene gluten y puede afectar a aquellas personas con intolerancia o que sufren celiaquía. Esto es muy importante tenerlo en cuenta ya que para personas celíacas la espelta no es una alternativa a la harina blanca y deben tener cuidado en lo que respecta a su consumo.
La espelta ha sido uno de los cereales tradicionalmente utilizados por nuestros antepasados en la fabricación, sobre todo, de pan, el cual difiere del de trigo con un aspecto más oscuro y una consistencia más pesada pero igual de deliciosa que, además, lleva consigo todas las propiedades de la espelta.
Ahora que ya sabemos la cantidad de propiedades que tiene la espelta, tenemos que saber cómo nos ayudan a nuestro cuerpo en nuestro día a día.
Como hemos visto, la espelta está llena de propiedades y beneficios para la salud pero, como todo, también tiene ciertas contraindicaciones que no son graves.
Cuando vamos al supermercado es muy habitual encontrar por un lado la harina de espelta y por otro, la harina de espelta integral pero, ¿en qué se diferencian? La principal distinción es el proceso de molienda. Los cereales de grano completo se componen de tres partes: el salvado o parte externa, el germen o parte media y el endoespermo o interior. En un proceso de molienda para una harina blanca solo se mantiene el germen y el endoespermo y se “tira” el salvado, quitando muchas propiedades del cereal como la fibra.
Por eso, siempre suele ser más recomendable la harina de espelta integral ya que mantiene muchos de sus beneficios aunque también es más complicada de digerir.