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  2. >Dale una segunda vida a tus verduras

Hay muchas maneras de luchar contra el despilfarro de alimentos. Concretamente, las frutas ocupan el puesto más alto entre los alimentos que más se desechan en todo el mundo. Aquí tienes algunas ideas para evitarlo sin dejar de disfrutar y mantener una dieta saludable y variada

 

 

Los excedentes

¿Tienes en casa gran cantidad de verduras gracias a tu pequeño huerto o a los productores locales de fruta y verdura? 
No tires nada: ¡compártelas o dónalas! 
Las cosechas de calabacín suelen ser muy abundantes y resulta una verdura ideal para las conservas: como encurtidos, en tarros esterilizados o incluso congelados en o en bolsitas (se pueden congelar crudos o ya cocinados). En cuanto a las frutas, están buenísimas en mermelada, compota, coulis, como frutas secas o incluso maceradas en ron. Desde un punto de vista más práctico, en internet ya puedes encontrar páginas web y direcciones muy conocidas donde comprar la comida que sobra. Otra buena idea para tu bolsillo: al final de un día de mercadillo, tanto en el pueblo como en la ciudad, no dudes en buscar los productos que no se hayan vendido, ya que suelen venderse más baratos.

 

Los productos menos atractivos

Los distribuidores lo saben: los productos de aspecto estándar se venden primero, pero las verduras y frutas menos atractivas lo tienen difícil para encontrar un comprador. En realidad, no es que sean «feas», sino que tienen imperfecciones o no tienen un calibre estándar. Las solemos encontrar en la agricultura orgánica. Sin embargo, elegir frutas y verduras ligeramente torcidas, con manchas o incluso un poco mustias es un gesto ecológico que ayuda a limitar el despilfarro de alimentos. Es fácil cocinarlas, porque son estupendas en cualquier receta tradicional o creativa: una verdura de hoja algo mustia cocinada con algunos guisantes, unas zanahorias asadas al horno con miel y aceite de oliva, unas patatas fritas cuando empiezan a estar viejas (y todos sabemos que las patatas fritas le dan vidilla a cualquiera), un pisto con verduras de verano o de invierno... En pocas palabras, lo menos atractivo puede estar muy bueno.

Las sobras

Otro punto álgido en la vida de las frutas y las verduras es el momento de las sobras de lo cocinado durante el día. Con las sobras se pueden preparar comidas estupendas para los días siguientes. Por ejemplo, las ensaladas de arroz o pasta están buenísimas con verduras ya cocinadas acompañadas de rodajas de cebolla cruda, crudités variadas, hierbas picadas y un buen aderezo con aceite de oliva. Y tenemos buenas noticias para los amantes del hummus: esta crema de garbanzos tan típica del Medio Oriente está deliciosa con verduras ya cocinadas (remolacha, zanahoria, calabaza, guisantes, espinacas...) y solas o acompañadas de otras verduras. Coloca todos los ingredientes en el vaso de la batidora, añade las especias que quieras, sírvelo en un plato decorativo una vez tenga una textura suave y echa un chorrito de aceite de oliva por encima. ¡Preparado en un momento! También puedes probar a hacer empanadas, soufflés o platos gratinados con bechamel.

Las peladuras

Por último, tenemos las peladuras, es decir, todo lo que sobra tras la preparación de las frutas y las verduras: pieles, cortezas, corazones, semillas, huesos, nervios, tallos, vainas, hojas, etc. Aquí también las posibilidades son infinitas: chips de peladuras de zanahoria o de patata, sopa con vainas de guisantes o de habas, hojas en sopa o al horno, en empanada o en ensalada, piel de cítricos confitada o seca y molida, gelatina del corazón de la manzana (¡la mejor!), mermelada o encurtidos de cáscara de melón o de sandía… Los productos orgánicos son los mejores para este tipo de recetas y evitan el uso excesivo de productos para la protección de los cultivos. ¡Y para ver muchas más ideas contra el despilfarro, sigue #despilfarro en Twitter!