La dieta flexitariana se ha convertido en una opción cada día más popular para aquellos que buscan mejorar su salud, reducir su impacto en el medio ambiente y, de paso, promover el bienestar animal.
En este artículo, exploraremos en qué consiste la dieta flexitariana, por qué gusta tanto a la gente y cómo puede ayudar a construir un mundo más sostenible.
La dieta flexitariana es un enfoque alimentario que se basa en el consumo principalmente de alimentos de origen vegetal, pero que también incluye la carne y otros productos de origen animal en cantidades limitadas y de forma ocasional. Los flexitarianos se centran en los alimentos enteros, sin procesar y evitan la comida rápida y los alimentos altamente procesados.
El término "flexitariano" fue acuñado en la década de 1990 y se ha popularizado desde entonces. Los orígenes de la dieta flexitariana se remontan a las dietas mediterráneas y asiáticas, que se centran en alimentos como frutas, hortalizas, verduras, vegetales, legumbres, nueces y semillas, y limitan el consumo de carnes rojas y procesadas. Se puede decir que, en cierto modo, es una vuelta a la alimentación que teníamos los países mediterráneos hasta hace relativamente poco.
La principal razón para unirse a la dieta flexitariana es que esta ofrece muchos beneficios para la salud. Aunque se sepa desde hace tiempo, nunca sobra decir que el consumo de alimentos de origen vegetal se ha relacionado con una disminución en el riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes y ciertos tipos de cáncer.
La dieta flexitariana se asocia con razones éticas y de bienestar animal debido a su enfoque en la reducción del consumo de carne. A medida que crece el número de personas que nos hemos vuelto más conscientes de los problemas ambientales y de la tendencia a ofrecer pocos cuidados a los animales dentro de la industria alimentaria, la dieta flexitariana se ha vuelto cada vez más popular.
Los flexitarianos eligen reducir su consumo de carne y en su lugar, optan por alimentos vegetales y fuentes de proteínas alternativas como legumbres, nueces y semillas. Al hacerlo, ayudan a reducir la demanda de productos animales y a disminuir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la industria alimentaria. Esto se debe a que la producción de carne es una de las mayores fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo significativamente al cambio climático.
La dieta flexitariana, en definitiva, contribuye de un modo muy importante a un mundo sostenible.